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Antes de empezar intento reconocer todos
aquellos elementos (títulos, imágenes, soporte en el que aparece el
documento, palabras que llaman tu atención, la propia distribución
del texto en párrafos, etc. ) que pueden orientar mi lectura.
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Traduzco prácticamente todo el texto.
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No traduzco el texto completo pero
necesito saber el significado de todas las palabras.
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En una primera lectura, intento
comprender de forma global el texto. En una segunda lectura, intento
confirmar que no ha habido errores de comprensión buscando
únicamente el significado de las palabras clave.
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Cuando leo en voz baja, pronuncio
mentalmente el texto.
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Leo aproximando mentalmente la
pronunciación a mi lengua materna.
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En una primera lectura, leo todo el
texto subrayando las palabras que desconozco y seguidamente las busco
en el diccionario antes de proceder a una segunda lectura.
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En una primera lectura, leo todo el
texto subrayando las palabras que desconozco pero sigo haciendo varias
lecturas más con el fin de reducir el número de palabras subrayadas
mediante la deducción de su significado por el contexto.
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Siempre hago más de una lectura.
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Cuando no entiendo el texto, lo dejo
estar porque las dificultades me bloquean.
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Cuando no entiendo el texto, intento
aproximarme a su significado identificando la intención comunicativa,
avanzando hipótesis a partir del título, de las imágenes, de la
organización del texto, del uso de la tipografía, etc.