Derechos del menor
Bernabé Tierno
Acabamos de estrenar un nuevo año y, como en anteriores,
desde diversos medios de comunicación me han hecho las mismas preguntas:
"¿Sirven de algo los buenos propósitos que casi todos hacemos con motivo
del nuevo año? ¿Cuáles son claves para que un buen propósito llegue a
convertirse en realidad?" Todo es cuestión de contar con un plan concreto
de acción, autotenacidad e ilusión.
En esas entrevistas breves y rápidas y sin contar tan
siquiera con unos instantes para un mínimo de reflexión, sólo es posible dar
una idea general y sin ceñirse a puntos concretos sobre cómo llevar a término
una acción eficaz. Por eso, he reservado para el lector de esta sección esa
respuesta detallada, desgranada en 12 puntos, tantos como los meses del año.
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¡Atreverse!, tener el coraje de afrontar los problemas es siempre el
punto de partida para el logro de cualquier objetivo. Porque si nos
acostumbramos a huir, a escapar y evitar lo que debemos hacer, además de no
solucionar nada, nos meteremos en más problemas. Está demostrado que
despilfarramos más tiempo y energías en no hacer lo que debemos y nos
conviene, por el temor a esforzamos, que en hacerlo realmente.
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No caer en la fácil puerilidad de tener como referencia el gusto o
disgusto que suponga una determinada acción y pensar que siempre tenemos
que hacer lo que queramos y que los demás deben satisfacer nuestros gustos
y deseos. Con una mentalidad así, cuanto iniciemos será un rotundo
fracaso.
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Otra actitud pueril que lleva inexorablemente al fracaso es pensar que las
cosas tienen que ir como uno piensa y desea porque, si esto no sucede, nos
sentimos derrotados e incapaces de encontrar nuevas alternativas.
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Debemos huir del perfeccionismo, de decir «Si algo no puedes hacerlo a la
perfección es mejor no hacerlo». La pereza, que definió muy bien Freud
como «el miedo a no triunfar», es consecuencia del perfeccionismo de quien
juega a ser dios y exige diez o nada. Es mucho más inteligente buscar la
excelencia, cuya filosofía dice que lo que importa es hacer las cosas lo
mejor que podemos y sabemos.
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Aprender a distinguir entre ser inferior en algo y sentirse inferior.
Todos somos inferiores a otros en determinadas habilidades y aptitudes, pero
también somos superiores en otras; pero esto no nos da derecho a sentirnos
ni superiores ni inferiores globalmente, es decir, como personas. Quien se
siente inferior se puntúa y valora parcialmente sólo por sus aspectos
negativos, reales o imaginarios y esa injusticia que comete consigo mismo
degenera en un neurótico sentimiento de inferioridad.
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Afrontar la realidad y aceptarla. La primera realidad que debemos aceptar
somos nosotros mismos. Además, debemos aceptar lo que no podemos cambiar,
lo irremediable, y llevarlo de la manera más inteligente, sin lamentos
inútiles.
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Primero la obligación, el trabajo, la responsabilidad y después el
placer. Esta autodisciplina mantenida ayuda a convertir la vocación
(trabajo) en vacación (placer).
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Como humanos, nos sentiremos dominados por el miedo a hacer algo mal y a
ser rechazados o criticados por otros. Lo peor que podemos hacer es dejarnos
llevar por ese miedo acobardante. La causa de cualquier miedo o temor está
básicamente en que magnificamos las cosas y las vemos como terribles y
desastrosas.
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Debemos proponernos objetivos muy concretos, pero pocos, no más de uno o
dos por mes o temporada, según el grado de dificultad que entrañe. Hay que
especificar cómo, cuándo y con qué medios llevaremos a cabo nuestro plan,
dividirlo en etapas y prever las dificultades.
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Es imprescindible potenciar nuestras capacidades al máximo, poniendo todo
el corazón y entusiasmo. Además, evaluar los resultados y ver cómo nos
acercamos al objetivo es el mejor acicate para seguir adelante sin
desaliento.
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Conviene saber rodearse y contar con personas tanto o más disciplinadas y
entusiastas e inteligentes que nosotros para que nos contagien y arrastren
con su buen ejemplo.
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No olvidar jamás que cuanto hagamos debe estar supeditado al primero y
principal de los objetivos: nosotros mismos, nuestra autorrealización,
plenitud y felicidad, que contribuirá al bien y felicidad de los demás.
El Semanal, 11 enero 1998
PREGUNTAS
¿Qué relación hay entre el título y el contenido del texto?
¿Cuántas de las cuestiones que plantea el autor en el artículo se dan en
tu caso al iniciar / retomar tu aprendizaje del euskara?
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